El artículo 7 de la ley de salud mental Argentina estipula que las personas que buscan tratamiento psicológico tienen derecho a ser informadas de todo lo inherente a su salud y tratamiento. En líneas generales, esto se refiere a tu diagnóstico.
Como paciente, tenés derecho a que el diagnóstico te sea transmitido de manera clara y accesible antes de llevar a cabo el tratamiento. Si tu terapeuta se niega a hacerlo, está vulnerando tus derechos.
Cuando hacemos una consulta psicológica le presentamos al profesional lo que habitualmente se denomina un motivo de consulta (por ejemplo, “me siento triste”, “quiero dejar de fumar”, o lo que sea que te lleve a terapia). El profesional entonces evalúa ese motivo de consulta y te pide cualquier otra información necesaria para evaluar tu situación y así decidir qué tratamiento es el más adecuado para vos. Esto es lo que habitualmente se denomina un diagnóstico, una evaluación presuntiva que la profesional hace de tu motivo de consulta.
Los profesionales suelen usar distintas formas de diagnóstico para el motivo de consulta: categorías diagnósticas tipificadas, u otras formas de evaluación. A continuación te explicamos de qué se tratan.
Probablemente ya conozcas algunas categorías diagnósticas: por ejemplo, “Depresión”, “Fobia”, “Ansiedad Social”, “Trastorno de pánico”, entre muchas otras.
Las etiquetas de ese tipo suelen estar organizadas en manuales de diagnóstico estandarizados que se utilizan como lenguaje común para comunicarse entre distintos profesionales de la salud. Los manuales más utilizados son el DSM (siglas en inglés de Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), y el CIE (siglas en inglés de Clasificación Internacional de Enfermedades). Ambos son muy similares, y es indistinto de cuál provenga tu diagnóstico.
Ambos funcionan de la misma manera: cada categoría diagnóstica está compuesta por un conjunto de síntomas con ciertas características (por ejemplo, intensidad y frecuencia). Si tu motivo de consulta se ajusta a un conjunto de síntomas, se aplica el diagnóstico.
Por ejemplo, si al momento de consultar has experimentado durante un tiempo considerable, un estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, has perdido interés por la mayoría de tus actividades, has tenido problemas con el sueño, pérdida de energía, y dificultades para pensar o concentrarte, en tu caso puede aplicar un diagnóstico de Trastorno Depresivo Mayor (lo que se suele resumir como Depresión).
Saber si alguna etiqueta se aplica en tu caso puede ser útil para que puedas buscar información sobre lo que te pasa, para transmitírselo a otros profesionales, para buscar alternativas de tratamiento, o para cualquier otro fin. Se trata de información sobre tu salud a la cual tenés el derecho a acceder.
A veces pueden aplicar varios diagnósticos de este tipo al mismo tiempo. Es posible, por ejemplo, que tengas un diagnóstico de Trastorno de Ansiedad Generalizada y al mismo tiempo un diagnóstico de Depresión. También puede pasar que tu motivo de consulta no cumpla con los criterios mínimos para ningún diagnóstico.
En cualquier caso, tenés derecho a saber si tu caso entra en alguna categoría de estos manuales. Aun cuando tu terapeuta no utilice esas categorías puede identificar si alguna de ellas aplica, y es parte de tus derechos recibir esa información.
Puede darse el caso de que tu motivo de consulta no sea evaluable según una etiqueta diagnóstica tipificada en los manuales de diagnóstico, sino mediante algún otro tipo de evaluación diagnóstica. Por ejemplo, si alguien acude a consulta buscando ayuda con dificultades de pareja, quizá no le corresponda ninguna etiqueta diagnóstica típica.
También puede pasar que tu profesional no utilice manuales diagnósticos como forma primaria de evaluación, sino algún otro formato de diagnóstico. Esto es perfectamente válido, ya que la ley no obliga a utilizar manuales diagnósticos. Pero incluso en ese caso tenés derecho a que la profesional te comunique de manera clara y accesible cuál es su evaluación de tu caso.
Puede pasar que tu profesional no te pueda decir cuál es tu diagnóstico, especialmente al principio del tratamiento. Esto es válido, pero si es ese el caso, tenés derecho a preguntar cuánto tiempo estima que necesitará para llegar a un diagnóstico de tu situación, y de qué otras maneras podrían llegar a un diagnóstico útil.
Como mencionamos antes, también es posible que tu terapeuta no utilice categorías diagnósticas clásicas, pero aún así tenés derecho a saber cuál es su evaluación de tu situación.
Hacer un diagnóstico psicológico lleva tiempo, y a veces pueden ser necesarias varias sesiones para evaluar detalladamente tu motivo de consulta. En algunas ocasiones, puede ser necesario evaluar otro tipo de información para llegar a un diagnóstico, como por ejemplo realizar exámenes médicos o evaluaciones neurocognitivas.
No hay una duración fija sobre cuánto tiempo es necesario para llegar a un diagnóstico, pero rara vez se requieren más de cuatro o seis sesiones.
Es importante que tengas en cuenta que la evaluación diagnóstica es presuntiva, ya que a lo largo del tratamiento puede aparecer nueva información que cambie la evaluación. Si es ese el caso, tu terapeuta tiene la obligación de informarte sobre la nueva evaluación.
Tu diagnóstico no define quién sos, sino qué es lo que te está pasando en el momento en que el diagnóstico se formula.
A continuación, hay algunas preguntas que podés formularle a tu profesional sobre el diagnóstico que realiza.
Si las respuestas que te da tu terapeuta no te satisfacen, o si te cuesta entenderla, podés pedirle que te la explique en términos más claros. También podés acercarte a alguna persona en cuyo juicio confíes, como un amigo o familiar, contarle las respuestas que te dio tu terapeuta y pedirle su opinión.
En la parte de Recursos de esta página podés acceder a una planilla que tiene estas y otras preguntas relativas a tu diagnóstico y tratamiento. La planilla se puede descargar e imprimir, o tenerla en tu celular para preguntarle a tu terapeuta.